Y de pronto aparece alguien

Y de pronto aparece alguien que es diferente a los demás y se vuelve motivo de distracción y de apreciación distinta. Cuando ese alguien se convierte en causa de pensamientos diversos, lindos, oscuros, pero sobre todo placenteros, uno deja de ser individual para buscar ser dueto y así comienza el cortejo. Sin diferenciarnos mucho de los animales, en nosotros influye el baile, la apariencia, la actitud, el movimiento con el cual nos desenvolvemos cotidianamente para lograr captar la atención. Por suerte nuestra comunicación verbal nos da ventaja evolutiva y el ligue es más directo, sin necesidad de competir por el o la otra, con baile exóticos o plumajes lindos como en las aves o a través de peleas a muerte como en otros mamíferos.
En fin, elegimos y nos hacen caso, comenzando el periodo de prueba llamado noviazgo, el cual ha evolucionado desde la época de nuestros abuelos (seguramente muchos ni lo vivieron), nuestros padres (formal en la mayoría de los casos), en nosotros (donde había un poco de todo, pero la formalidad comenzaba a convertirse en dominio de pareja) y los que siguen (ahora el noviazgo parece estar en vitrina y constante aprobación de otros, más que los implicados). Se deja de lado que la finalidad de permitir que otro toque nuestro cuerpo, tipo amasar masa, meta lengua hasta mezclar saliva y sepa algunos detalles privados de vida familiar y personal, da la oportunidad de conocer y de evaluar la compatibilidad entre ambos, sin que signifique concurso de belleza. Sencillamente respondemos al instinto de selección natural, en la búsqueda de la pareja idónea para reproducirnos y cuidar genes… lo sé, los humanos  ya no pensamos en preservar apellido, rasgos y copular con fines de obtener las mejores “bendis”, lo que ahora se busca es echar relajo y pasarla bien, mientras nos aguantemos. 
El pasarla bien puede ser en el ámbito sexual, en compañía, seguridad o simplemente por no quedarse atrás en la moda de traer “pompi”, pero en verdad habría que preocuparse por conocer al otro y vivir una experiencia saludable, sin exhibiciones, títulos de propiedad y ganas de que todos miren el área que orino. El valor que tiene esa etapa previa a decirdir vivir juntos, recae en la privacidad y la comunicación sin ruido externo, siempre y cuando tengamos en mente la idea de conocer y conservar ese codigo (esa magia) que se genera solo en dos personas. Una vez que se logra esa comunión, los acuerdos pueden tomarse hacia todos ladosy con cualquier fin recreativo o productivo. 
Las redes sociales pueden generar admiración, pero son sin duda la principal fuente de ruido externo que permitimos entrar en nuestras relaciones, por ello es válido que al presentarte con “la media naranja” le comentes cual es tu rol dentro de las redes sociales, con el fin de compartir y entender. Todos somos personajes dentro de las redes sociales y mientras tengamos identificado nuestro papel en las mismas, podemos descansar de ellas, sin perder esencia en la misma y entendiendo que el otro puede opinar si participa con nosotros en la cuenta o se mantiene alejado y en el anonimato, ajeno a preguntas, comentarios, opiniones y posibles “vamos a seguirnos todos”. 
Todo acuerdo es valido, siempre y cuando sea tomado por los implicados, entendiendo necesidades, estableciendo límites o dando el valor a cada cosa que nos interesa, ya que abandonar todo por una persona nueva, no necesariamente significa felicidad o camino hacia la misma. A fin de cuentas, las relaciones amorosas son un mal que se termina con el tiempo, tarde o temprano.

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