Dos cajas

Era necesario salir de ahí. Simplemente estorbaba. No cabía en la nueva estructura y era evidente que de no salir, me correrían sin mayor consideración. Tomé una caja de cartón y comencé a guardar toda mi ropa: playeras, calzones, calcetines, mis shorts, sudadera y unos tenis de poco uso -no son mis favoritos-. Sin ni siquiera llenarse la primer caja, tomé otra para guardar frascos, botes y artículos de higiene personal, así como otros de importancia personal (libreta, colores, lápices, cargador de celular, audífonos, 3 libros que además me sirven de archivero de documentos importantes, entre otras cosas). En menos de 30 minutos había concluido la tarea y sin darme cuenta, descubrí que mi historia de vida se resumía en dos cajas medianas de cartón. No había muebles grandes, ni siquiera una bicicleta que sirviera de transporte. Ya no había más que llevar y aun así decidí revisar una vez más la habitación prestada para evitar algún olvido.

La escena era desoladora hasta para mi. El cambio era obligado y no consideraba justo lo que ocurría, pero ni siquiera había a quien protestarle. Había que asumir la situación, cargar ambas cajas y salir de esa casa que había sido hogar por los últimos 6 años. Ya había acordado la nueva estancia en otra habitación - que también sería prestada - y mientras caminaba al nuevo sitio, le pedía al destino que no se le ocurriera abrir mi historia a mitad de la calle mientras iba caminando, dejando salir las prendas o los objetos de mis cajas a media banqueta.

¿Cuántos de ustedes podrían meter sus posesiones en dos cajas? Dejando de lado el drama y tal vez para darme ánimos de lo que ocurría, me preguntaba eso… mi mente se trataba de consolar con la frase de viajar ligero y no acarrear historias, fotografías, recuerdos absurdos, peluches que huelen a tierra acumulada o aquellos que se han deformado por servir de almohada. Llevar al nuevo lugar lo necesario, dejando atrás al resto con su carga de energía y sus cadenas a algo que ya no es o será. Pensaba en lo genial que sería solo acarrear la ropa de uso diario, junto con los artículos básicos, que ocuparían closet y alacenas que tarde o temprano tendrían que abandonar, pues la historia de entrada y salida a los lugares era una constante de todos. Tal vez habría que ir agregando artículos que ayudaran al trabajo, pero sin rebasar el llenado de dos cajas, para que la mudanza no doliera tanto y el sentido de pertenencia solo se refiriera a nacionalidad.



No sé, la idea de poder salir corriendo con toda tu historia cargada por tus brazos es atractiva, hasta podría convertirse en un reto para todos, dejando mucho a la memoria y tal vez valorando mas las vivencias que a diario acumulamos al interactuar con los otros. ¿vale la pena guardar fotografías impresas? ¿cargar con colecciones que acumulan polvo? ¿apegarse a discos que ya no escuchamos? ¿seguir doblando ropa que en al año solamente usamos una vez? Tal vez, quiero consuelo o empatía ante mi situación de escases de posesiones, tal vez no descubro aun el por qué me sucede esto a mi, tal vez me hubiera gustado traerme la cama, la silla y el escritorio prestado, por que ya lo sentía como mío. Tal vez y solo tal vez me siento tan mal de mis dos cajas, que me gustaría aventarlas y echarme a correr hasta el cansancio y tal vez descubrir que al llegar, no necesito más que a mi mismo.  Tal vez el apego es la principal fuente del sufrimiento.

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