El tiempo vuelve y golpea con recuerdos
Existen días en los que el tiempo
vuelve y golpea con recuerdos, permitiendo notar contrastes y que has hecho
cosas tan diferentes a lo que harías ahora, que parece increíble venir todo de
una misma persona. Bueno al menos eso esperaría que nos sucediera a todos y que
a lo largo de nuestra vida existan esos puntos distantes que al final
conformarán tu personalidad.
En casa imperó el orden, mi madre
mantenía reglas claras al respecto y me formaron para que tomara en cuenta el
entorno, su estado estático y los posibles cambios generados por mi interacción
con el mismo. No fui limitado, me dejaban alterarlo todo, invadir espacios
comunes y lograr construir fortalezas debajo de la mesa. El acuerdo era por
tres días, después había que devolver el espacio y buscar otro lugar. En mi
habitación se permitía todo, siempre y cuando volviera al orden.
Soy de las últimas generaciones
en salir a la calle a jugar y convivir con los vecinos. Era parte de la tarde
entre semana, tomar la bicicleta y salir “en bola” a dar vueltas o simplemente
estar platicando o tramando travesuras al inicio del andador. De las mejores
maldades era, en la tarde –al disminuirse la luz- amarrar hilos de un poste a
una reja y que éste estorbara en el trayecto de aquellos que pasaban y sentían
resistencia en su rostro. Moríamos de risa. Por otro lado, había siempre una
señora joven, que al volver de la panadería nos regalaba un bolillo. Que
extraño suena eso de aceptar algo de un extraño o de compartir muchas tardes
con los vecinos.
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Había partido. No era sorpresa,
pero su cuerpo era ahora un estuche de algo que por meses había empezado a salirse
por cada poro de piel. Para fortuna mía, habíamos podido despedirnos y vernos
aun con ese brillo que indica que el ambos estábamos ahí, disfrutando el
momento. Había tomado tu mano y sentido esa tibieza de tu piel lastimada en
otros puntos, pero aun cálida en la yema de los dedos y palma de la mano. Si,
la temperatura era otra, pero aun podía sentirse tu pulso y esa reacción al
sentirme. Nos miramos aquella última vez, creyendo ambos que nos volveríamos a
ver. Ya no fue así. La siguiente ves ya no estabas, tu cuerpo sí. Mire tu
cuerpo deshidratado, con la piel del rostro estirada hacia atrás, por la
gravedad acumulada. Miré otro rostro, no era el tuyo con esas expresiones
varias que te distinguían, ahora era el rostro genealógico que une a varios.
Estaba tu cuerpo pálido, inmóvil, de ojos cerrados y manos al frente, una
encima de la otra. No estabas tú, yo seguía aquí, sin saber para qué estaba
mirando tu cuerpo vacío. Mire, me quede observando detalles. No eras tú, pero
seguía siendo yo y eso tal vez era lo que dolía. Se rezó el primer rosario y al
terminar, tome el celular y comencé a leer lo que había escrito horas antes de
tu velorio. Comencé a leer lo que había escrito horas después de tu partida. Yo
seguía aquí… tu solamente me dolías en un lugar que sigo sin identificar.
Desde 1998 tengo escritos tipo
poemas, mismos que he compartido aleatoriamente y que han recibido diferentes
opiniones. En la caminata de la facultad a metro Universidad, paso por un
instituto que tiene una revista en la cual hay la oportunidad de mandar
escritos y si son considerados leíbles, los publican. Quiero ver algo mío
publicado en dicho periódico local y comienzo a buscar entre mis escritos,
aquellos que considero buenos. Mando de uno a uno cada semana, sin recibir
respuesta, reflejo de ésta vida en donde un correo electrónico enviado no
requiere cortesías de respuestas o “enterado”. Me imagino que la dirección
electrónica se satura de escritos varios y alguien de manera inconstante los va
leyendo. Envío unos 50 y nada. Un día al terminar mis clases, comienzo la
caminata entre edificios de CU y paso a aquel lugar en donde normalmente
encuentro la publicación. Abro y me encuentro mi nombre y escrito impreso "Adicción a tu beso". Me
detengo, regreso por más ejemplares y retomo la andanza rumbo al metro. No
puedo compartir la noticia y el gusto como actualmente sucede (en redes
sociales, por mensaje directo y de más plataformas), tengo que esperar a
encontrarme de frente con alguien y mostrarle el periódico universitario de
distribución local.
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