Ciclos
El tiempo transcurre sin importar
las cicatrices, canas y aumentos de tamaño que se acumulen en cualquier cuerpo
vivo. Pasa y si no estás atento, te toma por sorpresa una mañana que miras el
espejo y ya eres otro –por ello hay que mirarse de manera constante al espejo e
irse familiarizando con lo nuevo de cada mañana- siempre hay algo diferente.
Es imbécil creer que el año te
deja algo o se lo lleva consigo. El año que acaba o que inicia es tan solo una
forma de medida para darse cuenta que nuestra estadía por esta tierra es
momentánea. 365 días pasaron y tal vez fuiste consciente de 10, el resto
transcurrieron como si estuvieras mirando a la ventana mientras avanza el auto
que te transporta de un punto a otro.
38 x 182.5 = 6935 días he
“vivido” despierto
Salgo a la calle todos los días,
utilizo vehículo particular para llegar a mi trabajo y en el trayecto en
ocasiones pienso que es absurdo invertir 120 minutos en llegar a mi destino. Me
siento afortunado cuando hago la mitad del tiempo, siento que le he ganado al
tiempo unas horas que seguro gastaré haciendo algo que no alimento mi alma,
pero si aniquile las horas que debo cubrir en éste compromiso social que me
permite ganar dinero y pagar combustible del vehículo que me lleva y trae a mis
destinos a diario, mientras creo que gasto demasiado tiempo en el tráfico de la
ciudad.
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Termina el horario de trabajo y
viene el descanso. Si logré comunicarme con algún amigo, podré darle gusto a
otros sentidos y tener un rato de esparcimiento, de lo contrario, se anestesian
y vuelvo a casa para ver que cenaré y si ahí puedo compartir la charla
acostumbrada “¿cómo estuvo tu día?”. La mente se distrae de manera simple, se
conforma rápidamente al apendejamiento ofrecido por nosotros mismos. Le
servimos a nuestra vista unos minutos de televisión –hasta se acostumbra a ver
cosas repetidas, al parecer le gusta eso-, le ofrecemos comentarios en celular
o videos de cosas que son graciosas, alarmantes, escandalosas, en general
basura que distrae; le brindamos música a nuestros oídos que nos permite cantar
o fingir hacerlo. Nos metemos de lleno en rutinas de cosas para el día
siguiente, para tener libre el fin de semana, para no correr por el tiempo, para
adelantar trabajo, para ver al otro feliz, etc.
¿Te vas a levantar o por fin vas
a decidirte a no hacerlo y dejar que el tiempo avance y sus consecuencias
lleguen a ti? Tal vez no te levantas esta vez por estar enfermo y sentir dolor
extremo y pedirle al tiempo que se detenga de una vez. Tal vez no te levantas y
punto final.
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