El amor que huele a mierda
Como
gays mamamos y algunas veces sin pensar realmente que nos han metido a la boca
o en la mente. Mamamos patrones que observamos al ir creciendo y los hacemos
nuestros sin digestión o si tenemos suerte, absorbemos algunos aspectos cuyo impacto se refleja en nuestro desarrollo social. Uno de los mames frecuentes es aquel referente
al amor.
Mamamos
la idea de que el romance entre homosexuales tiene que regirse bajo las mismas reglas
heterosexuales de la pareja “perfecta” y en comunión mutua, pero ¿realmente lo
cumplimos? Ignoramos que el entorno en el cual vamos creciendo es diferente al
heteronormado y creo que nadie se salva de que nuestros padres siempre nos
enganchan con alguien (del sexo opuesto) desde primaria y hasta donde sé, a ningún gay le han estimulado su orientación gay desde temprana edad, aun cuando los padres saben que tienen en casa al
diferente.
Si
un noviazgo en la adolescencia es complicado, imaginemos lo difícil que se
convierte el romance pueril entre personas del mismo sexo y más en sociedades donde pareciera que todos tienen derecho de opinar que es bueno para el otro. Por consiguiente se
recurre a estar entre sombras y ahí hnos topamos con los demonios que se alimentan de
la falta de educación e información al respecto. Ustedes me dirán: eso ya ha cambiado,
ya todos aceptan lo gay y solo vuelvo a señalar, que tal vez en la ciudad de
México, pero no en todo el país.
Seguimos
creciendo, la información que vamos succionando y que no sale de los padres
heterosexuales, proviene de iguales, que en ocasiones están más
enterrados en el closet o lo contrario, ya están sobre la barra, con plumas y
tacones. Es decir, mucho de lo que
aprendemos de lo gay, lo vemos o lo escuchamos de otros que están
igual o peor que nosotros. Así de pronto llega el momento del primer encuentro
sexual y descubres que chupar el culo es rico, que mamar la verga es parte de, y que caer en brazos de otro, no es la experiencia amorosa que has visto en
películas.
Siempre
he afirmado que la primera vez es traumática (entendiendo trauma como un choque
emocional cuyo efecto es duradero en el inconsciente) y pese a ser una
experiencia planeada, los nervios del primer contacto con un cuerpo desnudo nos
ciega de vivir la experiencia que más tarde y con la practica vamos
conociendo. Tal vez en ese primer
encuentro descubres el rol que te gusta (lo dudo) o ignoras que estas siendo
abusado gracias a la adrenalina que nubla tus sentidos (esto es común), tal vez
llegas al orgasmo –que no es lo mismo a la eyaculación- y te enamoras
perdidamente o quizás, no era lo que esperabas y el olor de los genitales te
ciega el placer y no dejas de pensar en que debes lavarte bien o comienza tu
cerebro a recordar todas las enfermedades que has oído y aunque hayan usado
condón, sientes que ya traes algo encima.
Después
de esa vez y según tus ganas, podrás ir conociendo y tener otros o más
encuentros con la misma persona o con diferentes. Podrás conocer que en el
último vagón del metro puedes conseguir algo, que hay lugares exclusivos para
encuentros sexuales (baños, “casitas”, cuartos oscuros, cines, cabinas, etc.),
podrás creer en las palabras de alguien y vivir una relación de años en donde
son exclusivos o aparentan serlos, podrás volverte exigente y encontrar en
todos aquello que aprendiste que sería digno de tu corazón y pasar años solo,
aguantando presión social o ignorando y siendo tu. Pero independientemente de
aquello que decidas –o no- para ti, en el fondo sabes que el amor huele a
mierda, por que además hay que pelear con el estigma que señala que TODOS los
gays estamos pensando en sexo siempre y contra todos.
Lejos
de lo mamado en tu infancia, en tu adolescencia o tu adultez, quiero pensar que
el gran reto es inventar otro formato de pareja gay, aprovechar la diferencia y
construir nuevos modelos de romance y darnos el chance de reinventarnos.
Actualmente conozco a muchas parejas que se denominan abiertas y permiten que
un tercero o un cuarto ingrese a la dinámica dual, sin que esto signifique que
no se amen o no respeten sus pactos o lealtades. He sido testigo de cuartetos
que viven en el mismo sitio y cada quien juega un rol muy válido, existiendo
amor, cuidado y respeto. También conozco a parejas que mantienen acuerdos que
permiten un tercero sin mayor estancia que la sexual, no lo incluyen en la
dinámica de diario y creo que se vale.
Hay
que discutir con uno mismo respecto a lo que se espera del amor que uno mismo
quiere recibir y cualquiera que sea la decisión es válida, pero no impongamos
nuestra visión o frustración con los otros, la vida es muy corta para
extraviarse en el camino o para poner pretextos con base a una estructura
heteronormada que tampoco ha demostrado ser la formula de “para toda la vida”.
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