Correr un poco a diario

La idea de estar dentro de una carrera no apareció de la nada, de hecho la ciudad se ha visto inmersa en un boom de carreras de todo tipo de causas, pero en general reúnen a una serie de seres adictos a correr en las calles de la ciudad.

La inscripción no fue sencilla, debido a que el tema de la carrera era Star Wars y hay (somos) demasiados fans de dicha saga cinematográfica. Conseguí lugar en el lado oscuro de la fuerza, los Jedis ya estaban llenos en sus filas, pero el caso era participar. Después esa emoción me tocó entrenar, y como podrán imaginarse, la primera intensión es fuerte, pero al pasar los días mi entrenamiento se volvió discontinuo.

Mi mejor opción para salir a correr fue visitar los vivero de Coyoacán, jardín-reserva que data desde antes de Porfirio Díaz. Un lugar muy agradable para entrenar y pasar una tarde. Llegaba a las 4 y salía casi a las 6. Corría, caminaba, escuchaba música, mandaba tuits, leía tonterías de algunos amigos, tomaba aliento, volvía a correr, miraba a los que pasaban, veía el reloj, sudaba como nunca y así se iban mis tardes. Al inicio mi mente pensaba en mil cosas del trabajo o del día que estaba viviendo, pero luego y conforme avanzaba, noté que mi mente terminaba en blanco, me relajaba y disfrutaba escuchar mis pasadas sobre la arcilla roja del piso y descubrir insectos entre las plantas o ver hojas secas que caían girando en espiral hacia distintos puntos, dejando la misma rama que las vio crecer juntas.

Correr se volvió terapéutico y relajante, era un momento mío. Un momento de meditación y de no pensar en nada más. Nada sencillo de hecho llegar a ese punto, pero conforme iba estableciendo retos (primer kilometro corriendo, luego 2, después 3, etc.) mi mente quedaba en blanco y solo volvía a mi cuando miraba los pequeños letreros que me recordaban la distancia recorrida hasta el momento.

Después vinieron las presiones del trabajo y deje de entrenar. Luego llegaron las tardes lluviosas y abandone por un rato la pista. Después apareció la pereza y mis carreras por la tarde quedaban en segundo plan. El ser humano tiene lados oscuros y de luz y por desgracia nos volvemos con mayor rapidez en gente gris que en seres de luz.

Llegó la fecha de recoger el kit de corredor y justo cuando me dieron el número, la playera y otros souvenirs de los patrocinadores, la emoción entro en este cuerpo carnudito. La luz regreso, tenía ganas de participar, de estar ahí, de formar parte de algo tan positivo como correr en grupo, correr en lo individual, volver a sentir ese gusto por correr a paso tranquilo (confieso que se me antoja correr cual chamaco, pero mi condición física se acabaría pronto). Al día siguiente a las 6:00 am estaba sobre reforma, en short y playera, sintiendo el fresco de la mañana, pero sintiendo adrenalina en mi. Se acercó la hora, me agrupe con el resto y empezamos a caminar tipo marcha contra el gobierno, para después de un conteo regresivo, una explosión de pirotecnia y un grito de ánimo generalizado.

Empieza la carrera, mi mente esta ocupada viendo todo, procesando demasiados datos, avanzo entre lentos, veloces, cuerpos grandes y pequeños, algunos muy masudos, otros bien formados (que buenas nalgas), me ocupo de ver rostros, de escuchar lo que suena en mis audífonos (CHER!, así o más gay) y de pronto el letrero de 1Km. Me da gusto y levanto las manos, sigo, me distrae todo, me alimento de toda la energía que se esta moviendo a mi alrededor, pienso que le puedo ganar a ese gordito delante de mí. 2km, la mente se empieza a separar de todo lo que cargo a diario, empiezo a fluir, corro por la memoria generada en mis piernas, ellas son felices en movimiento, no estoy agotado, mi respiración va muy bien. 3km, suena Yoko Ono en mis audífonos, me gusta esa canción y voy entre corriendo y bailando, me veo a mi mismo corriendo y gozando el momento, avanzo entre algunos, me rebasan otros. 4Km, hemos llegado a la mitad de la carrera, ese niño corre como ratero, del otro lado veo a alguien que dejé atrás hace tiempo. ¿Edgar vendrá por ahí?. 5Km, me empiezan a doler los pies a nivel de los tobillos, tengo pie plano y esa es señal de cansancio, pero sigo, mis piernas siguen moviéndose, pero bajo el ritmo.
 
Al llegar a los 6Km es momento de acelerar el paso, ya falta nada y veo el punto de cierre cerca, la mente no esta ocupada en otra cosa, más allá que en correr y llegar, tratar de ganarles a los que van un poco enfrente, la gente empieza a aplaudir, yo sonrío, me siento acompañado por muchos (tipo espíritus de los maestros Jedis), sonrío, he llegado, me siento genial conmigo y lo hice en menos tiempo de lo que creía hacerlo.




Deberíamos salir a correr todos antes de tomar decisiones, deberíamos tener estímulos que nos llenen de luz y nos alejen de momentos grises, de esos comentarios que sobran, de esas batallas virtuales, de esas noticias desagradables. Pasando la meta veo a mi madre, que fue a echarme porras, llegando nos abrazamos, que delicia de momento. Corramos más seguido, antes de que pase el día, antes de que las rodillas lo impidan, antes de que sea tarde y la mente se ocupe en algo más.

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