Correr un poco a diario
La
idea de estar dentro de una carrera no apareció de la nada, de hecho la ciudad
se ha visto inmersa en un boom de carreras de todo tipo de causas, pero en
general reúnen a una serie de seres adictos a correr en las calles de la
ciudad.
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Mi
mejor opción para salir a correr fue visitar los vivero de Coyoacán,
jardín-reserva que data desde antes de Porfirio Díaz. Un lugar muy agradable
para entrenar y pasar una tarde. Llegaba a las 4 y salía casi a las 6. Corría,
caminaba, escuchaba música, mandaba tuits, leía tonterías de algunos amigos,
tomaba aliento, volvía a correr, miraba a los que pasaban, veía el reloj,
sudaba como nunca y así se iban mis tardes. Al inicio mi mente pensaba en mil
cosas del trabajo o del día que estaba viviendo, pero luego y conforme
avanzaba, noté que mi mente terminaba en blanco, me relajaba y disfrutaba
escuchar mis pasadas sobre la arcilla roja del piso y descubrir insectos entre
las plantas o ver hojas secas que caían girando en espiral hacia distintos
puntos, dejando la misma rama que las vio crecer juntas.
Correr
se volvió terapéutico y relajante, era un momento mío. Un momento de meditación
y de no pensar en nada más. Nada sencillo de hecho llegar a ese punto, pero
conforme iba estableciendo retos (primer kilometro corriendo, luego 2, después
3, etc.) mi mente quedaba en blanco y solo volvía a mi cuando miraba los pequeños
letreros que me recordaban la distancia recorrida hasta el momento.
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Llegó
la fecha de recoger el kit de corredor y justo cuando me dieron el número, la
playera y otros souvenirs de los patrocinadores, la emoción entro en este cuerpo
carnudito. La luz regreso, tenía ganas de participar, de estar ahí, de formar
parte de algo tan positivo como correr en grupo, correr en lo individual,
volver a sentir ese gusto por correr a paso tranquilo (confieso que se me
antoja correr cual chamaco, pero mi condición física se acabaría pronto). Al
día siguiente a las 6:00 am estaba sobre reforma, en short y playera, sintiendo
el fresco de la mañana, pero sintiendo adrenalina en mi. Se acercó la hora, me
agrupe con el resto y empezamos a caminar tipo marcha contra el gobierno, para
después de un conteo regresivo, una explosión de pirotecnia y un grito de ánimo
generalizado.
Empieza
la carrera, mi mente esta ocupada viendo todo, procesando demasiados datos,
avanzo entre lentos, veloces, cuerpos grandes y pequeños, algunos muy masudos,
otros bien formados (que buenas nalgas), me ocupo de ver rostros, de escuchar
lo que suena en mis audífonos (CHER!, así o más gay) y de pronto el letrero de
1Km. Me da gusto y levanto las manos, sigo, me distrae todo, me alimento de
toda la energía que se esta moviendo a mi alrededor, pienso que le puedo ganar
a ese gordito delante de mí. 2km, la mente se empieza a separar de todo lo que
cargo a diario, empiezo a fluir, corro por la memoria generada en mis piernas,
ellas son felices en movimiento, no estoy agotado, mi respiración va muy bien.
3km, suena Yoko Ono en mis audífonos, me gusta esa canción y voy entre
corriendo y bailando, me veo a mi mismo corriendo y gozando el momento, avanzo
entre algunos, me rebasan otros. 4Km, hemos llegado a la mitad de la carrera,
ese niño corre como ratero, del otro lado veo a alguien que dejé atrás hace
tiempo. ¿Edgar vendrá por ahí?. 5Km, me empiezan a doler los pies a nivel de
los tobillos, tengo pie plano y esa es señal de cansancio, pero sigo, mis
piernas siguen moviéndose, pero bajo el ritmo.
Al
llegar a los 6Km es momento de acelerar el paso, ya falta nada y veo el punto
de cierre cerca, la mente no esta ocupada en otra cosa, más allá que en correr
y llegar, tratar de ganarles a los que van un poco enfrente, la gente empieza a
aplaudir, yo sonrío, me siento acompañado por muchos (tipo espíritus de los
maestros Jedis), sonrío, he llegado, me siento genial conmigo y lo hice en
menos tiempo de lo que creía hacerlo.
Deberíamos
salir a correr todos antes de tomar decisiones, deberíamos tener estímulos que
nos llenen de luz y nos alejen de momentos grises, de esos comentarios que
sobran, de esas batallas virtuales, de esas noticias desagradables. Pasando la
meta veo a mi madre, que fue a echarme porras, llegando nos abrazamos, que
delicia de momento. Corramos más seguido, antes de que pase el día, antes de
que las rodillas lo impidan, antes de que sea tarde y la mente se ocupe en algo
más.
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