Critica y muere
La crítica es un ejercicio de
valoración, algunos afirmarán que para ejercerla es necesario ser experto en
el tema y ser objetivos en las opiniones lanzadas, pero en general todos
hacemos señalamientos de algo que nos genera ruido visual, auditivo
o de pensamiento, sin preparación alguna. Quienes critican, como profesión, se convierten en un ser que analiza,
discierne y trata de explicar por qué su empatía o desagrado con lo que mira,
escucha, degusta o siente.
Una regla al críticar es tratar
de ser lo más claro, objetivo y prudente, sin enfatizar situaciones personales
que desacrediten al individuo, sus acciones o ideas, lo cual es complicado, ya
que fácilmente se cruza el límite de sensibilidad, e inevitablemente se generan extremos de
complacencia o intolerancia. Al criticar o recibir un comentario fuerte,
debemos alejar lo personal y concentrarnos en los hechos, partiendo de aquí puede uno saber si la crítica es objetiva o va con otra intensión.
Con la llegada de las redes
sociales, el criticar a los otros ha alcanzado niveles que caen en la ofensa o
la glorificación fanática, dando pie a diálogos absurdos que pierden punto focal y
logran que alguien justifique la crítica como envidia, dejando de lado el
discernir. Por lo general se banaliza el comentario emitido respecto a algo o
alguien, tornándolo como un sentimiento de enojo o insatisfacción por no tener lo
que el otro muestra o expresa. La discusión termina poniendo en duda el grado
de especialización o conocimiento del tema, la calidad moral de quien opina y
hasta el nivel de impacto que pudiera alcanzar a tener.
Las
plataformas cibernéticas han permitido que todos estemos expuestos en vitrina a partir de lo que compartimos,
somos los maniquíes de una tienda departamental que conforme llega un producto
y lo portamos para exhibición, permite que los "seguidores" aprueben o no lo que hacemos. Las
redes sociales han permitido la reproducción de personas que independientemente
de su talento, pueden estar a la vista de otros, siendo importante solo el número de
seguidores, creyendo a partir de ese número, que se produce un impacto,
cuando lo virtual en la mayoría de ocasiones no existe al transitar a lo palpable.
La televisión en sus inicios era
la plataforma ideal para llegar a más lugares, pero ahora con internet, hay
todo tipo de personajes que buscan atraer y generar empatía con un público
hambriento de historias cortas y sin mayor trascendencia. Sin temor a
equivocarme, los usuarios de redes son como aquellos televidentes de los 80´s
que consumían lo que había, lo popular y que generaba una empresa, sin que el
contenido fuera inteligente o bueno… sin embargo influyente en una población
adormecida, que aporta con la permanencia de programas.
En las redes aparecen los adolescentes que apuestan al humor y al abandono
escolar como trabajo, madres de familia que critican todo, jóvenes que
comparten sus excesos o falta de inteligencia social, gente con retraso y ánimos de triunfar que transitan entre la lastima y el reconocimiento; están aquellos
que sufren modificación física para inspirar una vida saludable, dando valor al físico, coexisten además los que tienen consciencia ecológica
bicicletera, los que apoyan movimientos pro-animales, los religiosos, los
positivistas, los LGBTeros, los críticos políticos, los fanáticos, los famosos que exponen talento musical, actoral o sexual, etc.
Pero ¿qué sucede cuando alguien
critica a otro y éste no acepta el hecho de no ser del agrado de alguien
más? Cuando se reciben comentarios negativos, hay que tener presente que al exponerse
habrá una reacción y ésta puede ser inesperada y justo al autoestima. Nadie ha logrado ser el mejor eternamente y el exceso de proyección provoca que aquellos que no opinaban, sean detractores de aquello que alguien más dejo pasar.
Por otro lado están aquellos que
aprueban sin filtros, que se la tragan completa y hasta la úvula, cuyo objetivo
es generar un punto de encuentro y agrado, convirtiéndose en el sector fanático, quien toma espada para desacreditar
al “crítico” con comentarios que demuestran ignorancia, discriminación y una
realidad alterada por el amor incondicional. Sin duda compromete su autoestima en la enajenación por otros. Habrá otros que se dediquen a molestar,
señalar y exagerar o buscar fallas, convirtiéndose en esos
seres antropomórficos llamados trolls,
cuyo objetivo es violentar, causar daño y desaprobar cualquier cosa, sin fundamentarse en nada.
Cualquiera puede criticar sin
tener que subirse a un ladrillo de “remoje previo”. Se vale discernir basando la crítica en el justo impacto que nos provoca alguien, su acción o un
producto, siendo la clave el poner la opinión en primer persona, explicar los
motivos de la misma y no adjetivar a la persona. Uno puede visitar galerías
de arte (cuyo curador consideró ver algo diferente o digno de compartir con
otros) y salir de la sala afirmando que lo visto, se pudo haber hecho mejor,
sin atacar al artista en turno o dudar de su formación, uno simplemente no recomienda asistir a ese lugar. Ahora bien, si quieres causar impacto y ser leído por
la masa hambrienta de algo diferente, las plataformas dan espacio para que
nuestras palabras pueden ser rebatidas, puestas en duda y no obtener
empatía en opinión, y en ese punto, uno mismo verse atacado o señalado.
Si eres criticado, antes de sacar
uñas y defenderte mostrando colmillo, muestra calma –respira-, brinda una
segunda oportunidad de lectura a la crítica y no contestes rápidamente, ten
respeto al otro, muestra educación y expón tu marco de referencia, la historia
completa del por qué opinas de algún modo o sencillamente bájate del ring y no
pelees batallas que solo darán pie al ataque frontal. La critica es parte de nuestra naturaleza, el aceptarla o desconocerla es una habilidad que solo los pensantes adquieren.
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