39 y contando… acumulándose

Llega mi vida a 39 años, número que no generó un tributo obsesivo como al cumplir cuarto de siglo o 30 años. Este año es solo un número que celebro en privado. Sin embargo, acumular un año de vida me hace pensar un poco en los anteriores y asimilar que mi trayecto me ha traído alopecia, canas en la barba, piel marcada y no tan tensa, cumulo de carne y grasa, así como una gran cantidad de experiencias y personas a mi lado.  
Llegan los 39 y estoy aparentemente sano. No me duele nada, ni el pasado, ni algunos nombres, ni los muertos acumulados, que se siguen sumando, ni los amores no logrados, ni las pocas cartas aun en resguardo, ni los amigos perdidos en el mutuo olvido. Trato de salir y seguir conociendo, ir probando, sin llevar más allá de una mochila en el hombro y saliva de sobra para ir charlando o algo mas. He comenzado a no atesorar en exceso. He aprendido a vivir con fecha de caducidad tatuada en alguna parte de mi cuerpo, como recordatorio de que aquí estaré de paso y quién sabe por cuánto tiempo. Sé que partiré y confío en no darme cuenta o estar inmerso íntimamente en el proceso.
Durante 39 años he disfrutado caricias, cuerpos, sabores y besos diversos. Besos de amigas y compañeras de camino, de colegas alocadas, de amores sin relleno. Besos de cabrones, besos alcoholizados, besos sumamente tiernos provenientes de labios nuevos, besos sudados entre insomnio provocado por esos latidos intensos y como antesala de cuerpos desnudos o aquellos de cierre de historias sin mapa o epílogo al reverso. Besos maternos, paternos, de abuelas, de hermanos entrelazados por cuentos que he ido escribiendo. Besos tóxicos, besos remedio, besos dados por no tener mejor texto. Besos sin éxito ni convocatoria y besos adictivos que deseo seguir recibiendo por mucho tiempo.
He degustado de amplio menú, incluyendo partes líquidas de otros. He mezclado sabores -de niño recuerdo haber puesto en el mismo vaso, refresco de dos sabores distintos- y en adolescencia hasta inventaba tragos. Después me fui refinando, comer y beber son deleite que en ocasiones se suspende por triglicéridos altos o desajustes gástricos. Ahí sí puedo maldecir la llegada de los 30s y su metabolismo acumulador.
Mi CV es diverso, comenzando por colorear bien al ritmo del rojo-red-rojo-red, hasta formar parte de la fila de aplicados de la primaria. En secundaria la parte social se desarrolló al grado de aprender a trabajar en equipo –por no decir en manada-, además aprendí a empastar libretas, lo que sirvió para generar poemarios de mi autoría. Después fui el muchachito del aseo en una veterinaria –siendo mi primer trabajo remunerado-. Más tarde me involucré con Anodis (medio electrónico de comunicación LGBT), siendo escritor y crítico de eventos varios. En la universidad participé como activista político, consejero técnico alumno y obtuve licencia como médico veterinario zootecnista y trabajar en granja avícola –por poco sería encargado de granja de cocodrilos en Tabasco-. Los últimos años he sido docente de bachillerato, licenciatura y luego me convertí en un “godín” al ser coordinador académico y subdirector.
He sido el niño mimado, el chamaco chillón, el adolescente hiperactivo, el güerito latoso, el joven inquieto y hambriento de conocer, el adulto con alma de viejo y actitud de morrito. Soy complicado en relación con amigos, genero adicción de estar y ser en conjunto con ciertas personas y al pasar cierto tiempo, todo se diluye y continuamos por separado. Soy difícil de trato, no me pasa cualquier cosa, por eso valoro a los amigos cercanos y los cuido, pero sé que en ocasiones es difícil llegar conmigo. En relaciones amorosas, me ha ido bien, tengo 7 importantes, los he conocido y son las personas correctas en el momento oportuno. No me arrepiento de los besos dados y recibidos, de las caricias compartidas y la intimidad lograda. No los extraño, ni maldigo, lo que tuvimos fue algo genial y es lo que importa –además aún podemos vernos y saludarnos con afecto-.


Son ya 39 años, soy consciente de ser el 4º de 4 y el 13º de 22, he visto partir a seres llenos de luz y de amor infinito hacia mí, han llegado nuevos individuos que he acompañado en su crecimiento y definición de ser. Se han silenciado totalmente voces de amigos queridos. He perdido ya a un amigo-perro. Se ha visto en duda mi salud varias veces. He logrado alcanzar grado de maestría en ciencias y de manera no oficial, ya escribí un libro. No he plantado un árbol, pero si tengo dedo verde en macetas pequeñas. No tengo hijo, no me interesó ese futuro para mí y para quien llegara. Soy de los que celebran la llegada de un año más de vida. Amo la música de los Beatles y aun no se tocar ningún instrumento. Amo el color y los trazos, las texturas y lo aun no contado. Me gusta el arte y las voces que lo realizan. Me gusta mi país y el lugar en donde vivo. Y quiero pensar que mi trayecto en este espacio es reconocido por varios y lo será durante un tiempo, pero de igual forma puedo aceptar el olvido y dejar de existir de todos lados. Son 39 años, y voy feliz contando.

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