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¿Realmente
nos interesamos en saber o ver lo que le sucede al otro? Hace poco y una vez
más, la televisión mexicana presume proyectos de alta inversión y poco
contenido pensado –ya ni de calidad hablo-, apostando a una función básica del
ser humano: observar. Si los encargados de “crear” programas se fueran más a
fondo y realmente hubieran estudiado una carrera con ética, podrían tratar de
explotar instintos y no funciones básicas. Por instinto observamos, analizamos,
obtenemos o buscamos… ¿me siguen?
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Hace
más de una década en la televisión mexicana se explotó el morbo a través de un
programa que se dedicaba a seguir los pasos de unos habitantes dentro de un
espacio cerrado y cuales conejillos de laboratorio, eran expuestos a una serie
de estímulos para ver que pasaba. Fue un éxito y don nadie o doña equis, se
convirtieron en famosos por hacer cosas comunes. De ahí para este momento, la
sociedad ha cambiado drásticamente y hemos sido testigos directos o indirectos
de historias donde se observó de todo o donde uno era protagonista de la
historia. Pero nada es nuevo y menos cuando en 1949, George Orwell nos propone
este escenario del encierro, la observación puntual de actos y de control de
variables, con su obra literaria 1984 (si así se llama, mil novecientos ochenta
y cuatro).
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Llegaron
al alcance de todos las redes sociales, generando que de una u otra manera
todos fuéramos observadores y observados, que nos hicieran comentarios respecto
a nuestro ser o hacer y algunos “afortunados” se convirtieran en “estrellas” y
con ello ganar dinero por hacer lo común, pero ser el primero en compartirlo y
explotarlo. Lo anterior provocó que hasta la televisión se convirtiera en un
seguidor más
y no en la plataforma que
era una década antes. ¿Se han fijado cuanto tiempo se gasta en la televisión
con programas que genera espacios basados en videos de la red? ¿saben cuantas
noticias corren antes por las redes sociales que por televisión?¿cuántas
denuncias se realizan ahora en tiempo real y se convierten en viral –que todos
lo han visto-, antes de que llegue a los foros televisivos?
Creo
que la televisión es un objeto en extinción y que sus contenidos programáticos
de hecho son ya vestigios de algo que fue. Las consecuencias se verán en una
década más o menos, pero es un hecho que la sociedad ha optado por dispositivos
en donde la calidad de imagen y contenido pasa a segundo termino y todo radica
en observar y dependiendo del marco socio-cultural, interpretar lo que se mira
y procesarlo acorde a la realidad que respiras y desechas junto al CO2 que sale de tus
pulmones. La televisión será entonces un aparato de proyección y no de
propuesta.
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Ver
o interesarse en los otros será actividad que se mantenga por el morbo que
siempre nos acompaña y nos detiene a ver la desgracia compartida o “sentida a
la distancia”, la denuncia social, política o de abuso de poder entre supuestos iguales, la caída que genera
el placer de reírse, los errores ajenos, el enojo por la incongruencia, los
talentos que arrancan lágrimas o impactan y generan reflexión, etc. Y esto no
solo es en redes sociales, para todos es imposible detenerse en el camino si
algo llama nuestra atención y éste algo tienen que ver con reacciones humanas
(peleas, heridos, desgracias, gritos, llanto y de más). En vivo también hacemos
comentarios, participamos o simplemente se vuelve parte de la anécdota del día.
El
morbo es parte del modo en que nos relacionamos y actualmente la obsesión de
compartir lo bueno, lo malo o lo peor, esta incorporado a nuestra
cotidianeidad, por eso dudo mucho que re-lanzar un programa en donde se muestra
una realidad alterada, de pose y ajena a lo que sucede ahora, no tendrá el
éxito esperado. Así la TV sigue muriendo.
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