Todos somos estrellas...

Te diré algo y prefiero el anonimato para ser honesto. Cuando recibas el mensaje intenta no leer entre líneas, no ver más allá de las letras enviadas y mucho menos reacciones de manera inmadura. Lo que te quiero decir, es una crítica constructiva que busca evidenciar tus debilidades como persona. ¿Listo? Me caes bien, pero a veces lo que proyectas no me agrada por…

Con el nacimiento de las redes sociales, los humanos hemos desarrollado la habilidad de crear o potencializar personajes que pueden o no, ser una mejor versión de nosotros mismos. Seguro muchos se me lanzarán a la yugular y dirán que es mentira y que ellos son auténticos en sus redes, en las fotos que suben y en lo que escriben o comparten, pero la pregunta que lanzo en general es la siguiente: ¿todo lo que compartes, lo lanzas a tu muro virtual sin filtro o una pequeña censura interna? Piensa con calma… recuerda la foto en donde no sales “padre” y que no subiste por esa razón o recuerda aquel comentario que subiste por enojo y todo mundo interpretó diferente y te acuso de clasista, burgués, racista, fóbico, obsesivo, etc.


Si eres de aquellos que suben las cosas, tal cual te viene el agua al tinaco, habrá que ver las reacciones que provocas y las contestaciones que das. Generalmente la respuesta ante la crítica es reactiva y visceral, pero sobre todo si nos sentimos atacados. Otros contestan con humor negro, sarcástico, de rubia estereotipada o infantil, tratando de causar empatía o menor daño entre letras.

Todas nuestras ideas al hacerlas públicas son motivo de feedback y en ocasiones éste no es el esperado cuando hay negatividad, crudeza o agandalle. Pero pocos se resisten a la tentación de publicar y conseguir alguna reacción.

Las redes sociales vinieron a potencializar la idea de que todo lo que hacemos es valioso y digno de compartir, generando la idea de ser inimaginable que no obtengamos respuesta ante nuestros actos cotidianos como:

comer (R= que rico, ¿dónde es?),
escuchar música (R= no mames, esa rola me encanta!),
vestir (R= me encanta tu estilo, siempre guapo),
ir a plazas comerciales (R= wey estábamos en la misma plaza y no te vi!),
trabajar en oficina (R= jajaja, siempre tu oficina desarreglada),
asistir a exposiciones o conciertos (R= siempre estas en los mejores eventos),
convivir con amigos (R= ¿conoces a ese wey? Preséntamelo!),
salir con alguien (R= que bonitos se ven juntos),
pasar por momentos difíciles (R= eres un guerrero, dios contigo),
pasar momentos íntimos (R= con esa foto si te ando dedicando una),
o pelearse con otros (R= sabes que estoy contigo siempre #TeamPrincess)

¿En serio?

En días recientes aparece la aplicación sarahah y con ella la posibilidad de mandar mensajes de manera anónima a todo aquel que decida publicarla en sus muros y recibir alimento para su ego. La idea original es recibir críticas constructivas, pero la realidad humana es otra y lo enviado son deseos frustrados, comentarios negativos y críticas poco amigables. Si es muy cómico ver siempre cuando alguien se tropieza y cae sobre el lodo, si, es cómico ver como reacciona el otro cuando se le hace mención de defectos evidentes o cómo hace frente ante ataques por lo que el mismo genera al proyectar una imagen con completos desconocidos. Es cómico, pero no es saludable ver que la persona es víctima de ciber acoso y más cuando son personas no listas para recibir comentarios negativos y reaccionan atacando.

¿Quién es responsable de esto? Para iniciar, quien publica su “personalidad” y después abre la puerta a desconocidos a su mundo y más tarde pide reacciones a sus actos, sin hacerse mentalmente responsable de lo publicado en un inicio. Después, quien opina y aprovecha el anonimato para lanzar cerillos a la vegetación seca. Y por último, todos los que en el entorno disfrutamos del espectáculo y fomentamos que alguien publique y otros contesten. Recordemos que no hay reglas en el manejo de redes sociales, por el simple hecho de que nadie asegura la veracidad de una cuenta personal.


Reconozcamos nuestra responsabilidad y bajemos las rayas de la sagacidad con la que estamos aprendiendo a divertirnos. Si, México se caracteriza por estar en bullying constante desde que somos niños y desde que buscamos encajar en grupos sociales, sin trabajar antes una personalidad a prueba de comentarios, likes y con capacidad de autocrítica que nos ayude a reaccionar consecuente con nuestros actos, por ello es importante responsabilizarnos de nuestra imagen e ideas, del cómo proyectamos y en dónde lo hacemos y cómo reaccionamos o nos rearmamos ante la crítica.

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