Hey guapa!
Hace
unos días un caso común (por desgracia) de misoginia en la Ciudad de México,
trajo la discusión respecto a nuestro ser en convivencia con los otros mientras
andamos en la calle rumbo a la escuela, trabajo o solamente por andar por las
calles.
En alguna estación de radio decían que respetemos y entendamos que cada quien va en su mundo y no tenemos motivos para opinar respecto a lo que suceda en ese mundo, pero salir dentro de una burbuja no limita que ésta choque con la burbuja de los otros y que independientemente del material del cual este hecho, tiende a romperse si hay constante choque con otras esferas. A lo que voy, es irrelevante salir ensimismado, tarde o temprano hay que voltear a escuchar a los otros y eso se llama convivencia. Ahora bien, la convivencia que tenemos con los otros no es respetuosa en muchos sentidos y por el número de habitantes que somos, tarde o temprano invadimos espacios, intercambiamos palabras y opinamos en algo que no tendríamos por qué hacerlo.
Por
desgracia, culturalmente estamos educados a hablar de los otros en términos de
vestimenta, color de piel, tipo de palabras usadas, forma de actuar, peinado,
color de ropa, con quien va de la mano, música que escucha, profesión, modo de
andar, etc., y es ya un hecho inconsciente e indeleble a nuestro “way to be”.
Discriminamos
verbalmente, segregamos con la mirada, nos negamos a compartir espacios –¡que
son comunes!- con aquellos que a nuestra forma de ver son diferentes. Los
ciclistas odian a los automovilistas, los peatones a los ciclistas, los
automovilistas a los peatones, los hombres a las mujeres, las mujeres a los
gays que las imitan, los gays a los que son de closet, los de closet a las
locas, las locas a los que las censuran, quienes censuran a los faltos de
educación y ellos a los sobrevalorados que les dicen a donde ir. Es común
escucharlo a diario, en todo nivel y espacio, opiniones que fluyen como
estornudo de unos contra otros y sin tacto alguno.
Pues
bien, resultó que un taxista tuvo falta administrativa por llamarle guapa a una
mujer, de al denunciar, se hizo evidente y hubo otros que la tacharon de
exagerada y arremetieron con su aspecto físico y además demostraron que ella
también usaba el termino de guapo indiscriminadamente, entonces ahí la clásica
duda ¿se vale o no lo que le hicieron?
En
esencia uno debe salir a la calle con la seguridad de que, como seas y como te
portes, a nadie le da derecho de decir nada, pero de igual forma es una
responsabilidad que debemos asumir todos y todas. Si por desgracia tenemos la
creencia de que todos son feos (incluso el wey de los billetes de a cien y de
veinte) y nosotros somos el marco de referencia, estamos muy podridos de
nuestra mente y percepción de belleza. Respetemos, para que podamos recibir un
trato digno de cualquier persona que vive cualquier circunstancia.
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