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Mostrando entradas de enero, 2019

Adiós

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Cuando decides y aceptas que partirás diciendo adiós, no puede haber lamentos y ni siquiera será recomendable voltear un poco buscando rostros, ahora confiarás en tu mirada la dirección que te brinda e ignoras el sonido de la duda que rebota en tu mente, así te despides sin reclamos, sin odio, sin extrañar nada. Cuando partes, confías en lo que eres, tienes   y te han hecho sentir para andar sin más que eso, contigo fragmentado aceptando piezas perdidas, cicatrices familiares, besos que se irán borrando al enfriar su temperatura y abandonar su forma al sostener ese diálogo salivoso que ahora no tiene retorno. Cuando decides decir adiós hazlo definitivo, sin reencuentros tontos y reencarnaciones clandestinas, sin pensar demasiado di adiós tomando tu cuerpo, prometiendo no girarlo atrás simplemente te vas sin buscar alivio, sin evidenciar que duele, partes decidido sin martirio o historia de batalla épica ya que al ...

México 2018 y lo que viene después

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Formar parte de una generación que hizo cosas alejadas a las redes sociales es una experiencia agradable, ya que todo se hizo sin pensar en sobreexposición e impactos negativos. Podemos abarcar aspectos de niñez, como salir a la calle a jugar y convivir con los vecinos, andar en bicicleta a cualquier hora, tomar agua de cualquier grifo que se encontraba, confiar en la gente, sin temor a ser raptado o seducido por drogas, hasta creer en esa magia que la ciudad ofrecía y confiábamos en que había alguien más ocupándose de las cosas sin que fuéramos involucrados, sobre todo en cosas de adultos y de política. Hablar de asaltos, asesinatos, abusos, corrupción y fraudes era cosa de adultos, pero todo comenzó a sonar mas fuerte a partir de 1988, cuando pierde las elecciones Cárdenas y Salinas asume la presidencia de México, razón por la cual Cuauhtémoc representó al sector oprimido y victimizado, dándole identidad a un movimiento que lo hizo competir en 1994 y luego en el 2000 por el mism...

Dos cajas

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Era necesario salir de ahí. Simplemente estorbaba. No cabía en la nueva estructura y era evidente que de no salir, me correrían sin mayor consideración. Tomé una caja de cartón y comencé a guardar toda mi ropa: playeras, calzones, calcetines, mis shorts, sudadera y unos tenis de poco uso -no son mis favoritos-. Sin ni siquiera llenarse la primer caja, tomé otra para guardar frascos, botes y artículos de higiene personal, así como otros de importancia personal (libreta, colores, lápices, cargador de celular, audífonos, 3 libros que además me sirven de archivero de documentos importantes, entre otras cosas). En menos de 30 minutos había concluido la tarea y sin darme cuenta, descubrí que mi historia de vida se resumía en dos cajas medianas de cartón. No había muebles grandes, ni siquiera una bicicleta que sirviera de transporte. Ya no había más que llevar y aun así decidí revisar una vez más la habitación prestada para evitar algún olvido. La escena era desoladora hasta para mi. El ...