México 2018

Existe una desesperanza terrible en todos nosotros al pensar en el rumbo político del país, ya que los protagonistas y encargados del puesto, se han convertido en cínicos actores cuya imagen está relacionada con la corrupción, ignorancia, abuso, desinterés social y apego infame al privilegio económico y “legal” del cargo.
En la ciudad es claro que el negocio ya tiene mesa, mantel, platos servidos y la lista de comensales definida, aunque con los ciudadanos ya no exista comunión alguna. La izquierda capitalina ha dado avances en lo social, pero abrió la caja de donde salió la inseguridad y el abuso cobijado por la burocracia absurda que no permite salir del círculo vicioso, pese a intentar hacer las cosas de manera legal. Los delegados y jefe de gobierno son los protagonistas económicos y sus inversiones no se cuestionan, así mismo su ocupación de espacios que en esencia son de la comunidad. Aquí nadie cuestiona y si lo haces, te ignoran y ahogan en tramitología absurda.
Para que la izquierda se vaya de la ciudad tendría que suceder un escándalo sin precedentes en donde los queridos pobres fueran los afectados y con esto, ellos dejaran de sentirse cobijados por el manto sagrado de una izquierda que está acostumbrada a los grupos de choque, al acoso sistemático, a la amenaza continua, a la mentira y al abrazo de causas perdidas. Ejemplo de esto último es que, en la última década la comunidad LGBT ha logrado visibilidad, más no derechos y representantes dignos para pelear por derechos, han portado la bandera, sin que se haya logrado izar en una plaza que de visibilidad y empoderamiento real.
A nivel nación tenemos zonas focalizadas de abuso a pendejos que siguen permitiendo la herencia de puestos, los estados que bordean el pacífico son cuna de narcotráfico, pobreza y silenciamientos sangrientos. Los extremos del país tienen una identidad de extranjero, que dé nacional. Se ha cedido el territorio en lo ideológico, económico y cultural, lo cual es muy preocupante, ya que la identidad se va perdiendo, sin tomar en cuenta que siguen estando del lado nacional de la frontera.
Los políticos apuestan a la identidad estatal, al acuerdo económico con empresarios zonales y al llegar a punto neurálgico que permita visibilidad, sin ensuciarse tanto. Se acercan a las zonas poco educadas, pero no tan marginadas, para no evidenciar las cuentas pendientes de los políticos en turno, sobre todo si portan el mismo escudo. ¿Han notado que no visitan la ciudad por el temor a la reacción social? Y no porque en la ciudad seamos unos eruditos en política social y económica, pero aquí es complicado tener adeptos, a menos que se refugien en los bunker cooptados por colores específicos. Aquí hay temor de filtración de imágenes y por consiguiente de mentiras.
El problema que actualmente aqueja a la política nacional, es el hecho de que los personajes bajo reflector no tienen cultura del cómo ser político, no hay elocuencia de mensaje, no existe una preparación para el atinado y respetuoso enfrentamiento ideológico, y existe una preocupación por no mostrar el lodo que cargan, que por generar una imagen que asegure o al menos de la impresión de que hay un plan con metas y objetivos claros. Lejos de hablarnos de las políticas económicas que han hecho enorme la brecha entre las dos únicas clases sociales (ellos impunes y nosotros resignados). Se preocupan por su imagen pública, siendo víctimas de la modernidad y las redes sociales que no perdonan error y se ensañan en demostrar que los dioses son tan mortales como cualquiera. ¿Hasta cuándo dejaremos que ellos sigan tomando decisiones como supuestos representantes, cuando siendo plurinominales, ni siquiera los conocemos?


¿Qué requerimos? Propuestas que unifiquen, fijen metas realistas y que haya un severo castigo ante la corrupción. Modificar los estatutos de puesto y contratar mejores empleados políticos que lejos de ser salvadores, nos acompañen trabajando. Necesitamos políticas donde se redistribuya lo económico de manera inteligente y que brinde resultados que sean palpables y no tarjetas salvavidas de vejez, desempleo o conformismo. Necesitamos eliminar figura única de poder y mostrar equipos de logística con expertos en cada punto requerido. Necesitamos equipo y no entes unitarios. Requerimos nuevas leyes que nos permitan desechar a quien se distrae del camino o no cumple con los objetivos trazados, presumiéndose en lo individual –como única respuesta a todo-. Exigimos cambiar a los propuestos, hasta encontrar a alguien que convenza y no genere duda. Necesitamos políticos enserio.

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