Bye Bowie bye, bye

Sin lugar a dudas volvió a su rutina sobre el escenario y nuevamente logró una metamorfosis que nos sorprendió a todos. Una vez más David se situó en la mente de todos, pero de paso por nuestros sentidos afecto de manera fuerte al corazón de cada uno de nosotros que de alguna u otra forma nos vimos involucrados con su andar por este lugar común.
Recuerdo la primera vez que voló mi cabeza a causa sus ocurrencias, estaba viendo la televisión y apareció de golpe en colores amarillos ocre, blancos oxidados y sombreados exquisitamente. Todas las imágenes inmóviles, deformes, agrandadas, estrafalarias, la danza inquietante con temblorina, instantes robóticos y stops, su delgadez surrealista, su vestuario a pedazos, la teatralidad en cada movimiento o mirada, la sonrisa dantesca, peligrosa, feliz, todos los símbolos que solo él entendía, exponía cínicamente y sarcástica, la sencillez de sus frases profundas, todo generaba una sensación deliciosamente orgásmica.

A partir de ese momento me dio hambre por saber quién era y qué mas tenía en su historia. Y nada mejor que irlo descubriendo poco a poco, consumiendo imágenes de amigos comunes y ya conocidos por mi. Me sorprendía su delgadez perfecta y hasta cadavérica, su sexualidad controlada y siempre vigente, su moda glamorosa, extravagante y llevada al límite de cualquier mente aun creciendo y desarrollándose en pleno.

Su amistad con John, Mick, Freddie, y Andy lo acercaron a mi mesa, a mis sueños, a mis charlas comunes, a mis ganas de poseer más que anécdotas curiosas. Así me acerque al espacio y lo vi de colores, me coloqué un ojo azul y otro café, maquille mi rostro y pinté mi cabello. Me entregue por completo a esos ritmos invasores de sentidos. Los años 70s sonaron fuertemente en mi cabeza y justo cuando creí que todo estaba entendido, me sorprendió con una bella balada de rock:

I, I can remember 


Standing, by the wall
And the guns shot above our heads
 And we kissed
 As though nothing could fall

And the shame was on the other side

Oh we can beat them, for ever and ever

Then we could be heroes, just for one day

Y me enamoré sin tener destinatario de correspondencia y entendí que podríamos ser mejores si estábamos juntos y soñaba con cada letra escrita y con cada pauta de melodía. A partir de ahí sus historias se hicieron comunes y de consumo cotidiano para mi. Charlábamos con frecuencia y hasta como buenos amigos nos alejábamos un tanto para no saturarnos y volver a encontrarnos y poder charlar.

Me hizo feliz verlo como parte de películas en donde su personalidad era clave. Me gustaba verlo feliz brincando a lado de Jagger y jugando “tu las traes”, me sorprendió como iba envejeciendo con demasiada clase y aceptando sus arrugas y su destino. Se alejó de todo, se encerró en su capullo, para volver un día siguiente y volarme nuevamente la mente con una danza fuera en el espacio… había vuelto y éramos felices.

A penas unos días atrás yo era feliz sabiendo que volvía con nuevo material (que aun no he podido escuchar detenidamente) y estaba feliz de saber que en breve tendríamos un reencuentro como los anteriores. Sonreía al saber que de nuevo me iba a dejar sorprender con su estilo de estrella del rock, poseedor de una nave que llegaba al universo y permitía acceso, pero justo hoy en la mañana me entero que partiste sin nadie a lado, que una vez más hiciste salida triunfal y que esta vez tu retorno solamente sería posible si yo pongo play.

En donde estés, en donde te encuentres, gracias por poner la estrella de luto y hacernos notar que éstas calles no serán las mismas son tus pasos sobre ella. Gracias por la moda impuesta, recortada, reestructurada y estilizada con tu cuerpo perfecto y lleno de detalles. David Bowie no descanses jamás, en donde ande tu energía sigue causando impactos como lo hiciste aquí, en mi.





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